En el Pabellón Docente de la Arrixaca, en Murcia, se propone un volumen pétreo, de piedra dorada, en dos niveles longitudinales de 6 y 15 metros de altura, con dos escalas, dos tonos. Una serie de vacíos se proyectan hacia el interior, desplegándose en una unidad casi sinfónica. El hall de acceso se produce en base a un enfrentamiento entre dos vacíos cúbicos de diferente tono: uno de 15x15x15 m. interior y otro de 9x9x6 m. exterior –por el que se accede-, que comprimen, tensionan y ajustan verticalmente en el espacio del vestíbulo central. La transición entre los sucesivos episodios espaciales: vacío exterior, espacio comprimido del vestíbulo, vacío-jardín interior, cada uno con sus propiedades de tensión y tono, marcan el tiempo y el tema principal del proyecto.Los vacíos proyectados, que aportan luz y visión tamizadas, construyendo los espacios interiores, se envuelven con una segunda piel serigrafiada en dorado metalizado, con la referencia de la textura pétrea utilizada en el edificio, queriendo evocar una dialéctica de lo pétreo con lo tectónico; del tiempo y la luz con el espacio.